martes, 22 de abril de 2008

Dos españoles dirigen en Congo un 'santuario' de recuperación de chimpancés














EN LA RESERVA HAY 139 PRIMATES


Denuncian la deforestación que genera la importación de madera tropical en España

Sólo tres años han bastado para que la joven gallega Rebeca Atienza y el madrileño Fernando Turmo hayan ampliado su familia hasta límites que no podían sospechar cuando llegaron a la República del Congo, en el corazón de las tinieblas africanas.


De sus trabajo y su quehacer cotidiano dependen hoy 139 chimpancés, la mayoría bebés arrancados de los brazos de sus madres de la forma más traumática posible por cazadores furtivos que sólo veían carne y negocio en nuestros más cercanos parientes entre los primates.

Rebeca, veterinaria, y Fernando, publicista, dirigen hoy la reserva de chimpancés de Tchimpounga creada en 1996 por el Instituto Jane Goodall para salvar y reinsertar en su ambiente natural a estos huérfanos, con los que compartimos el 99% del ADN y que son capaces de fabricar utensilios, de transmitir diversas culturas y de aprender a comunicarse como los niños.

Tchimpounga es una reserva natural de más de 7.200 hectáreas, a sólo 50 kilómetros de una gran ciudad, Punta Negra. Cuatro hectáreas se vallaron para acoger a estos primates, aunque la caza ilegal está muy extendida y ya ha llegado a su límite de capacidad, obligando a sus responsables a buscar nuevos lugares de emplazamiento para sus criaturas.

"La solución mejor es comenzar a reintroducirles en su entorno natural, pero ello requiere un área despoblada, ya que están acostumbrados a los humanos. Hemos encontrado tres islas en el río Kouitu que nos permitirían desplazar allí un grupo estable y soltarles, aunque controlados por collares. También enseñaremos a los cuidadores a seguirles por la selva y su presencia espantará a los furtivos", explica la veterinaria española.

Junto con su compañero, han venido a España para dar dos conferencias sobre su trabajo: en Madrid, mañana a las 17 horas en la Universidad Autónoma y el martes en la Cosmocaixa de Barcelona.

Ambos insisten en el genocidio que ha habido, y aún hay, entre los chimpancés en África. Sólo quedan unos 150.000 del millón largo que había en 1900. Y en Tchimpounga, en estado salvaje, se estima que hay unos 30, aunque es ahora cuando se va a hacer un censo.

La situación la describe Fernando Tormo con crudeza: "La ley los protege pero casi nadie la aplica. Lo normal es que el cazador despiece y ahúme a la madre delante de su bebé. Imagina el trauma. Luego a él lo mete en un saco y lo vende como animal doméstico. Allí enferman y están malnutridos. Cuando crecen, comienzan a molestar en las casas y acaban en Tchimpounga, donde llegan muy mal. Otras veces, los traen los policías, entre los que se está haciendo una campaña de concienciación".

Madres adoptivas
Una vez en el santuario creado por Jane Goodall, se inicia su recuperación física y psicológica, en lo que Rebeca tiene mucho que ver. Y también los 45 cuidadores, que actúan como madres adoptivas de los más pequeños.

Tras comprobar que han sanado de sus males, los distribuyen por grupos de edad; a los más formales incluso les sacan de paseo por la reserva, eso sí, siempre evitando conflictos territoriales con los parientes salvajes, que no siempre los ven con buenos ojos.

Rebeca recuerda que cuando llegó a Tchimpounga había sólo 60 chimpancés y ahora son más del doble. Cada mes se zampan 16 toneladas de fruta, que compran en las aldeas de alrededor. Ya no coge uno más y el presupuesto también anda ajustado, por lo que no les vendrían mal más donaciones.

"Los últimos que nos trajeron los tuvimos que derivar al zoo de Brazzaville, con cuidadores nuestros, pero es una solución a corto plazo porque no están en condiciones. Lo importante sería que se aplicara la ley de protección, se persiguiera a los furtivos y, a la vez, se hiciera educación a la sociedad para que su vida no se viera truncada", argumenta Rebeca.

Fernando, por su parte, traslada también el problema a nuestra conciencia europea. "Uno de los grandes problemas de los chimpancés y la fauna en general es la deforestación y España es el mayor importador de madera tropical africana de la Unión Europea. La UE importa 700.000 m3 al año y en gran medida es por esa madera para sillas por lo que existe el santuario del Instituto Jane Goodall. Los chimpancés son sólo el termómetro de la conservación global".

Despertar de las conciencias
Cuando Jaen Goodall conoció a Fernando y Rebeca supo ver su capacidad para despertar las conciencias y cuidar de sus queridos chimpancés. La primatóloga británica les conoció cuando llevaban un año haciendo seguimiento de chimpancés con la organización Help Congo en el santuario de Conkouati.

Un día un responsable del Instituto paso por allí y les ‘fichó’ para dirigir su centro de Tchimpounga. Luego fue a conocerles Goodall en persona. "Fue una impresión encontrarnos allí con ella, así que para allá nos fuimos, incluso sin disfrutar las vacaciones", recuerdan.

Ahora, mientras Rebeca, la directora, se centra en la investigación y los programas de reinserción, su compañero gestiona las importantes áreas de Educación y Sensibilización, en donde aplica sus conocimientos en marketing para ‘captar’ conciencias.

Reconoce que donde más empeño ha puesto es en los niños. «Parto del hecho de que los grandes cambios se producirán en la generación siguiente. Por ello les dedico mucho tiempo. Hacemos obras de teatro en las que mezclamos el folclore africano y la sensibilización para la protección de los chimpancés. En algunas, los niños son los protagonistas. También tenemos guías de actividades para los maestros de las ciudades».

Fernando, además, prepara vídeos educativos que ponen en la televisión, organiza conferencias y ahora está inmerso en una campaña publicitaria de vallas en las calles: "Queremos que sean mensajes sencillos. La gente ni siquiera sabe que está prohibido tener chimpancés en casa. Es más, tampoco lo saben muchos policías".

Otra de sus iniciativas fue pegar mensajes dentro de taxis y los autobuses. ‘¿Es que vas a continuar?, inquirían. Planteada la cuestión, no tardaba en prender el debate.

Fuente: El Mundo